miércoles, 3 de febrero de 2010

Ceguera ideológica

El pasado fin de semana se jugó un partido de liga entre el Real Madrid y el Málaga, con el resultado ya conocidos por todos los futboleros, donde en un lance del mismo un jugador del Real Madrid propinó un codazo a uno del Málaga fracturándole el tabique nasal. El árbitro, agarrado a reglamento, no tuvo más remedio que expulsarlo por agresión a un contrario, habiéndose cometido la infracción a escasos metros del juez que lo pudo ver con total claridad. Hasta aquí todo normal, pero tras el encuentro empezaron a surgir opiniones en medios y tertulias dudando sobre la decisión del árbitro, entrando en una cerrazón contra la lógica, negando la evidencia y anteponiendo la fidelidad ciega a unos colores en detrimento de la defensa del juego limpio.

Aunque lo anterior no tiene nada que ver con lo que a continuación expondré, si tiene sin embargo cierta similitud con nuestra historia reciente desde la transición a nuestros días. El extremo al que llegan algunos aficionados en su ciega fidelidad a su equipo, se ha trasladado en cierta medida a actuar de la misma manera en lo político e ideológico, desconociendo de forma ingenua la trascendencia de sus actos. La lucha ideológica encarnizada entre lo que se viene a llamar la izquierda y la derecha, entra en unos parámetros de obsesiva fidelidad a una u otro partido tradicional sin reparar ni analizar lo que unos u otros proponen o el resultado de sus gestiones. España es el país de la Unión Europea donde menos se escenifica el llamado trasvase de votos, teniendo los dos grandes partidos entre un 70% y un 80% de votantes que SIEMPRE les votarán, garantizado, lo hagan bien, lo hagan mal o la hagan desastrosamente. La batalla feroz entre los grandes se centra por ese 20% o 30% restante de “infieles”, donde aparecen en estos casos mensajes que incluso llegan a provocar el odio entre los ciudadanos o la compra descarada del electorado, directo al grano, sin propuestas serias para que el ciudadano analice y reflexione sobre lo que más le conviene de cara al futuro.

Obcecarse en culpar de todo al contrario a pesar de la evidencia y los hechos, flaco favor nos hace. El desacuerdo total sobre las propuestas del contrario, sin admitir coincidencia en alguna de ellas, me recuerda una poco al ejemplo de comienzo de este escrito, cuando hay evidencias claras, objetivas y demostrables que con un mínimo de reflexión nos pueden hacer llegar a tomar decisiones correctas, al menos en nuestras conciencias.

En Alhaurín y en Andalucía tenemos dos grandes ejemplos de la necesidad urgente de alternancia y de regeneración democrática, además de cambios radicales en sus respectivos gobiernos. Ambos con mayoría absoluta y con muchos años ostentando el poder con infinidad de recursos a su disposición, pero que sin embargo no han servido para posicionarnos en los lugares que nos merecemos en lo que a desarrollo económico, humano y social se refiere, estando aún muy lejos de la media del país. Las evidencias y los hechos son claros, que cada uno tome conciencia. ¡Hala Madrid!

Febrero 2010

Rafa Calasanz
rafacalasanz@hotmail.com

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